En un futuro no muy lejano pequeñísimos nanorobots, capaces de manipular moléculas o estructuras atómicas del tamaño de una millonésima de milímetro, podrán habitar el interior del cuerpo humano y estar siempre atentos a enfrentar cualquier virus o enfermedad que pudiera aparecer. En la NASA, que anunció una estación orbital permanente en la Luna y que sueña con una misión tripulada a Marte, están entusiasmadísimos con la idea: esta sería la fórmula para prolongar la vida de sus astronautas en el espacio.
La nanotecnología dará vida a microscópicos médicos capaces de adentrarse en el interior de una célula para diagnosticar o atajar un mal. De este modo, podría convertirse en la llave que permita a los astronautas sobrevivir a la radiación cósmica y a la falta de gravedad durante viajes prolongados. Una misión a Marte duraría unos tres años (http://marsrovers.jpl.nasa.gov/home/index.html). Ocho meses en el viaje de ida, un año y medio de permanencia, y el regreso, que recién se produce cuando la Tierra y el planeta rojo están alineados.
En el espacio, se sabe, los líquidos del cuerpo (como el agua y la sangre) ya no son atraídos hacia la parte interna en las áreas del estómago y el pecho; sino que empiezan a moverse hacia la cabeza, por lo que los rostros se inflan y lucen diferentes. Además, los astronautas pierden entre 1 y 2 por ciento de su densidad ósea cada mes: sus músculos se debilitan porque no realizan gran esfuerzo debido a la ingravidez. Ni hablar de la radiación cósmica que deben soportar, niveles que jamás se experimentan en la Tierra, causantes de cánceres, cataratas y daños al sistema nervioso.
Con todos estos inconvenientes, hoy es imposible una misión tripulada a Marte. Por eso la NASA apuesta por la nanotecnología: si logra prevenir y controlar los posibles problemas de salud de los astronautas, la colonización sería casi un hecho. Dentro de algunos años, los nanotecnólogos podrán crear pequeñísimas máquinas de funcionamiento real, dotadas de minúsculos «brazos» capaces de manipular moléculas y cerebros electrónicos que les dirán cómo hacer las cosas. Equipado con el software apropiado, un nanorobot podría construir casi cualquier cosa. Un dispositivo que circule por el torrente sanguíneo humano para detectar, por ejemplo, depósitos de colesterol en los vasos y disolverlos, o encontrar virus y destruirlos.
La carrera espacial retomó impulso con el amartizaje de la zonda Spirit. Para los próximos años, la NASA (http://www.nasa.gov) ya tiene planificadas ocho visitas más al cuarto planeta de nuestro sistema solar y, para el 2020, la frutilla del postre: una misión tripulada llegará a Marte para permanecer allí por casi dos años. Preparándose para ese crucial momento, la agencia espacial estadounidense estudia, según un reciente documental de Discovery Health (http://www.discovery.com), la posibilidad de que por el torrente sanguíneo de los astronautas circulen los nanorobots.
Aunque parezca más ciencia ficción que realidad, la nanotecnología (www.nanotech-now.com) no sólo cambiará drásticamente la exploración espacial, permitiendo viajes prolongados, sino que revolucionará la ciencia y la medicina en su conjunto. El tratamiento para combatir virus y bacterias, entonces, podría consistir en inyectar una dosis terapéutica de nanorobots suspendidos en un fluido que seguirán al pie de la letra las órdenes del médico.
También enfermedades como el cáncer y el sida podrían recibir un ansiado antídoto e incluso estos mini robots serían utilizados en campos tan disímiles como las comunicaciones, los negocios o el militar. Los científicos más críticos opinan que la proliferación de estos pequeños robots podría volverse imparable y la especie humana podría quedar a su merced (www.iespana.es/gaiaxxi/rep-nanorobots.htm). De todos modos, entre los apocalípticos y los utópicos parece haber coincidencia en que la nanotecnología impulsará una nueva revolución a nivel mundial, que podría cambiar significativamente la vida en la Tierra.
Comentarios recientes